El inicio de la pandemia trajo una vida de fantasía. La almohada se sentía en luna de miel, el cuerpo agradecía las horas extra de sueño y teníamos más tiempo para dedicarle a nuestra casa, a nuestras mascotas y a nosotros mismos. Todo era color de rosa...

Acostumbrándonos a la pandemia
Todos pensábamos que el encierro iba a tener sus ventajas, que podríamos hacer todo lo que las horas perdidas en el tráfico nos impedían y que tendríamos algunos días de felicidad guardando la paciencia que nos agotan en el día a día esas reuniones inútiles y personas que quisiéramos evitar de vez en cuando. Sí, todos pensamos en un mundo maravilloso; pero la realidad nos golpeó y nos hizo ver la tremenda equivocación.
Ahí nos encontrábamos; empezando a vivir encerrados, sin poder salir a divertirnos, con miedo de asistir a lugares concurridos, hastiados de las jornadas laborales eternas y crecientes que nos tenían todo el día sentados frenta a una computadora, extrañando a familiares, amigos y hasta la planta de la oficina; viviendo una vida que jamás soñamos y experimentando niveles de estrés que no conocíamos. El refrigerador suplicaba piedad y la pijama nos comenzó a tener asco.
Algo era completamente obvio: la forma en que vivíamos iba a cambiar drásticamente. Para nadie son noticia los estragos que ha causado la pandemia por COVID-19. Desafortunadamente, hemos visto a muchas personas quedarse sin trabajo o sobrevivir con sueldo reducido; hemos visto empresas quebrar, productos desaparecer y servicios sufrir ante las limitantes impuestas por la nueva normalidad. Al principio, era ridículo ver cómo las instituciones educativas posponían el regreso del puente y adelantaban vacaciones, era impresionante la ola de reinvención de negocios y personas para sobrevivir al parón de la vida normal y era (hasta cierto punto) divertido ver a la gente pelear por el papel de baño. Lo feo llegó cuando las risas se convirtieron en lágrimas, pues el papel sanitario no era lo único que escaseaba.
¡Nos quedamos sin cerveza!
El trabajo desde casa ya no era como lo habíamos imaginado. No podíamos distinguir entre nuestro cuarto y una oficina, no sabíamos qué hora era (mucho menos el día de la semana) y nos alimentábamos hasta que ya el cuerpo se negaba a responder. Aún con todo esto, había algo que nadie podía quitarnos: podíamos beber lo que nos viniera en gana, a la hora que se nos antojara y sin nadie que nos juzgara. La cerveza era el compañero perfecto; no se quejaba, no quería ganar la competencia por el ascenso, no ponía malas caras y jamás dejaba de servir como motivación o relajante.
Pues bien, nuestra fiel compañera aguantó estoica hasta que también le negaron el permiso de salir. ¿Cómo? ¿Ya no habría cerveza? Efectivamente; en México se detuvo la producción de cerveza (al menos para las grandes empresas con procesos industriales). La demanda fue aumentando, el inventario se iba agotando, los precios subían y cada día se cuidaba más cada lata o cada botella que quedaba en casa. Ya no había salidas sociales, ya no había deportes, ya no había conciertos, y ahora tampoco habría cerveza. Conseguir reabastecerte era una odisea en donde la cartera siempre perdía y la ilusión se desvanecía.
Para no hacer el cuento largo, la industria cervecera fue declarada como no esencial. Y aunque esto caló hondo en gran parte de la población, fue cuestión de tiempo para que las compañías que nos ofrecen esa bebida que tanto nos gusta reanudaran actividades. No me malinterpreten, estoy a favor de acatar las medidas pertinentes por la pandemia; pero, se veía venir la decisión de reactivar esa producción. La industria cervecera representa un gran pilar en la economía del país, que además de no presentar un crecimiento importante desde hace tiempo, estaba parada, atada de manos, y la cerveza podía reducir el impacto, pues los ingresos que se originan son por partida doble al ser México uno de los países con mayor consumo y exportación de esta bebida.

¿Y ahora qué hacemos?
Fueron prácticamente dos meses completos sin producción de cerveza, en los que, cada quién sobrellevó la situación como pudo. Existen aquellos que se refugiaron en otras bebidas de las que gustan, aunque la graduación alcohólica y el precio no permitían llevar el mismo ritmo que con la cerveza; otros más optaron por explorar el mundo de la cerveza a domicilio, buscando abastecerse en sitios que rápido agotaron inventarios y tardaban una eternidad en hacer la entrega; finalmente, estamos aquellos que optamos por adentrarnos en el mundo de la cerveza artesanal, que había disminuido la capacidad, pero seguía en pie y ofreciendo una gran variedad del elíxir de la vida.
Bueno, tal era la ansiedad de los consumidores, que llegamos al momento cumbre en el que se viralizó una foto en redes sociales que parecía devolvernos la vida. Cual cónclave papal, salía humo blanco de las instalaciones de Grupo Modelo y todos nos llenábamos de alegría (aunque después descubriríamos que no eran las noticias que esperábamos). Recordemos ese bello momento…
Una buena alternativa para explorar opiniones sobre diferentes cervezas, es la app Untappd, en donde puedes encontrar recomendaciones de cervezas, cervecerías y lugares de consumo gracias a las opiniones y calificaciones que brindan los usuarios. Esta app es simplemente una joya, ya que puedes encontrar lugares que te llame la atención visitar cuando estás de viaje y configurar notificaciones para cuando tus lugares favoritos incluyan nuevas opciones que debas ir a probar.

Los mexicanos somos «chingones» hasta en las malas
En aquellos abril y mayo fatídicos, las compañías buscaban la forma de minimizar las pérdidas, y de pronto apareció un rayo de luz que parecía retar a las autoridades: apareció una bebida enlatada introducida en el mercado por Grupo Modelo bajo la marca Victoria a la que llamaron ‘Chingones’.
Era fácil caer en el juego e irse con la finta ante la ilusión de volver a tener una cerveza en la mano, pero la realidad es que, técnicamente, no era cerveza; ‘Chingones’ es una bebida de cebada con 1.8% de alcohol. Lo que sí hay que reconocerle a Grupo Modelo, es que su producto fue protagonista de un boom mercadológico que arrasó y pobló rápidamente todas las tiendas y todos los supermercados, era muy fácil conseguirla.
Al parecer, el éxito de ‘Chingones’ fue tanto, que Grupo Modelo decidió lanzar después ‘Corona Ligera’ con el mismo 1.8% de alcohol, y posteriormente, ‘Pacífico Suave’ con 3.4%, dando origen a un nuevo segmento de bebidas que pretenden fomentar el consumo responsable. La pregunta es si sobrevivirá este segmento a la par de las cervezas sin alcohol, pues ya existían productos como ‘Corona Cero’ y ‘Heineken 0.0’.

Yo no me animé a probar ‘Chingones’ por algunos comentarios que leí y escuché; afortunadamente, siempre tuve cerveza disponible con los pedidos que hacía. Tú… ¿Cómo sobrellevaste el tiempo sin cerveza? ¿Qué tips nos puedes compartir? ¿Has probado alguna de estas bebidas? Deja tu comentario y hagamos que esta comunidad crezca, pues todos amamos la cerveza y siempre hay algo nuevo que saber o probar.
Esta reseña me gusto desde que la lei, por que mi mamá estaba igual de desesperada por que en ninguna de las 3 tiendas de por aca habia cerveza y hace poco con la ley seca a las colonias andaba viendo de donde pedir sus cervezas. Como que en temporada navideña se le antoja más.
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Hola Samantha. Es verdad, en esta época se antoja una buena cerveza, y hay muy buenas de temporada. Si gustas, te puedo recomendar uno que otro sitio para cervezas a domicilio y que tu madre no sufra 😉
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Y mi cerveza artesanal favorita se llama Colimita por que fue la primera que tomé, tiene un ligero toque a miel y se lleva con todo tipo de comida además de ser ligera.
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